viernes, 2 de agosto de 2013

13:49

La hora que todos los días
llama a que mis ojos
se posen en el reloj.

No encuentro explicación,
ninguna razón para que esto
suceda.

Las coincidencias desaparecen
a la luz de un nihilismo
que brota de las entrañas.

Pienso en tiempo,
en contextos en que los números
pueden existir, distintos.

Pienso en la muerte,
muerte que arrasa
ciudades enteras.

En una tierra
en la que el viento
canta con crueldad.

Se respira el hielo
y por dentro el infierno
explota su música.

Hay violencia en la esencia,
un irracional deseo
de destrucción.

Se calma el flujo de odio
en mis venas al escuchar
sus aullidos.

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