domingo, 26 de diciembre de 2010

Divagaciones XIII: Memorias del 2010


Planeo que esta sea la última entrada del año, ya que de por si me olvido de escribir aquí y además quedan pocos días del 2010.

Y pues este año fue de muchos cambios para mi. Empezando con que ya estaba en mi último semestre de la prepa y que debía aprobar todas las materias, porque sino me quedaría sin entrar a la universidad. Al final solo batallé con una materia y lo verdaderamente difícil sería el examen de admisión de la universidad, en el cual tenía posibilidades prácticamente mínimas de entrar.

De entrada, mi terquedad por querer ingresar a la Facultad de Medicina en la UASLP, que es famosa por ser muy difícil entrar, me hacía no querer contemplar otras opciones. Al final me decidí por también intentar en la UANL, en la cual el examen de admisión era antes que en la UASLP, por lo tanto me serviría como un "ensayo".

Recuerdo que el viaje a Monterrey fue toda una experiencia. Fui con 2 de mis amigos que harían lo mismo que yo, presentar el examen tanto en la UANL como en la UASLP. Yo la verdad no tenía muchos ánimos al ir a Monterrey, ya que sentía que aún si entraba ahí y no en San Luis, preferiría pasar un año sin estudiar. Seguía yo, terco como soy, queriendo entrar a toda costa a la UASLP. Debo admitir que la Facultad de Medicina en la UANL es realmente impresionante, o por lo menos lo es en comparación con la de San Luis.

El examen en la UANL fue muy sencillo (fue únicamente el CENEVAL y en la UASLP además nos harían uno hecho por ellos), y la verdad sentí que entraría ahí. Cuando nos dieron los resultados me di cuenta de que no entré, pero no me afectó en absoluto, ya que mi principal objetivo era entrar en San Luis.

Estudié como un desquiciado por aproximadamente un mes lo que venía en el temario que nos dieron, aunque por mas que estudiaba no me sentía listo, seguía sintiendo que era prácticamente imposible entrar. Las estadísticas siempre lo desaniman a uno: presentan aprox. 1300 y entran únicamente 132, es decir, de cada 10 entra 1. Y no solo son aspirantes de San Luis, sino de todo el país e inclusive extranjeros. Muchos intentan por segunda o hasta por tercera vez entrar, y hay quienes jamás lo consiguen.

La noche anterior al examen apenas pude dormir, de verdad me sentía nervioso y con algo de miedo. Al final pensé que lo que fuera que pasara pues sería lo que me merecía, ni más ni menos. Si no entraba, tal vez de verdad no merecía estar ahí.

Ya ese día me sentía en paz, sin ansias, sin impaciencia, sin miedo. El examen me tomó por sorpresa ya que no venía casi nada de lo indicado en el temario, pero bueno, suponía desde antes que pasaría algo así. Al salir del examen me sentía como un zombi, es decir, no sentía nada, o más bien no sabía como sentirme. Estuve de verdad impaciente y nervioso durante la semana en la que teníamos que esperar los resultados, y en la noche anterior a los resultados de nuevo me dije a mi mismo que lo que pasara pues era lo que tenía que pasar.

A las 4:00 AM fuimos mi pa' y yo a buscar el periódico, en el cual vendría la lista de admitidos. Afuera de las oficinas del periódico había una cantidad impresionante de gente y pensé que tendríamos que esperar demasiado, pero yo no podía esperar. Una viejecita nos vendía el periódico un poco más caro, pero no dude un solo segundo en comprárselo. Al tenerlo en mis manos se desvanecían mis ganas por querer ver la lista, pero sabía que debía hacerlo. Al principio no encontraba mi clave, tardé un poco, pero ahí estaba. No podía creerlo. Lo había logrado.

Mi padre me había dicho algo muy cierto desde hace tiempo, que era mucho más fácil entrar a Medicina que salir. ¡Cuánta razón tenía!

Debo admitir que este primer semestre ha sido de lo más difícil de mi vida, ya que yo no estaba acostumbrado a tener que estudiar tanto. Ahora veo las cosas de diferente manera y pienso que esos 7 años que tendré que pasar esforzándome sin parar, valdrán la pena. Igual me he alejado cada vez más de personas con las que antes estaba siempre y de las cuales disfrutaba infinitamente de su compañía. Yo escogí esto, yo y nadie más.

Bueno, seguramente les dará una flojera muy grande leerlo todo, no tienen que hacerlo, tal vez no valga la pena. Espero que se le hayan pasado excelente esta Navidad y también quiero desearles a todos mucho éxito en este 2011 que se aproxima. ¡Gracias por leer!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Despertar en Rioverde


Ayer al fin volví a mi hogar en Rioverde, SLP, después de pasar meses en la capital del estado por mis estudios en la universidad. Después de tanto estrés, escasas horas de sueño y meses de respirar formol todos los días a primera hora de la mañana, al fin tengo unas merecidas vacaciones. Me siento como uno de esos soldados que vuelven de la guerra, que al volver a casa llegan trastornados y bastante afectados por las cosas que vieron e hicieron en el campo de batalla. Ya no me es extraño el tener pesadillas en las que tengo que estudiar libros completos para un examen que es en unos días, o en las que me encuentro en el anfiteatro de la facultad, entre cadáveres.

Un descanso me era urgente, y lo único que deseaba ya en los últimos días de clases, era volver a Rioverde. Aún después de haber sabido que había aprobado mis materias, tuve que esperar, por uno u otro motivo, lo cual ya no soportaba. 

Y sí, ayer al fin volví...

9:30 am del día de hoy, yo apenas despertaba. Escuché el canto de aves que por mucho tiempo no escuché, sentí el agradable fresco de la mañana y no el intenso frío al cual me acostumbré en San Luis; también escuché el maldito ruido que hace la motocicleta del lechero, que seguramente fue lo que me despertó. Me sentía en casa de nuevo.

El pensar que próximamente solo tendré 2 semanas de vacaciones al año me pone a pensar en que de verdad tengo que aprovechar para hacer cosas para las que tal vez luego no exista tiempo; leer libros, salir con mis viejos amigos, dormir las horas que uno quiera, ya saben, cosas que uno extraña cuando está lejos de casa.

Anoche me costó mucho dormir. Me sentía raro al estar por fin en mi cama, sentía que todo lo que pasó en el semestre pudo haber sido solo un sueño. Pero no, estaba seguro de que no pudo haber sido un sueño.

Entre pensamientos vagos y reflexiones, recordé algo que un doctor, que es Neonatólogo, nos dijo en una clase de Embriología. Ya habíamos terminado de ver el desarrollo del bebé y todas esas cosas, y a él siempre le gusta relacionar la clase con sus experiencias o con lo que es la práctica clínica, y casi siempre terminábamos hablando de enfermedades congénitas. No recuerdo de cuál nos platicó, pero el punto es que se trataba de una enfermedad en la cual ya no había nada qué hacer por el bebé y que a el ya le había tocado muchas veces enfrentar esa situación. Una compañera le preguntó: "Doctor, ¿y qué hace uno en ese caso?" El doctor nos dijo, no sin pensarlo unos segundos, lo siguiente: "Darle cariño, aunque sea en los pocos días o pocas horas que esté a nuestro cuidado. Darle todo lo que uno pueda, y no dudar en hacer lo que los padres decidan."

Bien dicen que el médico pocas veces cura, a veces alivia, pero siempre debe de consolar.

" You're gonna have to go through hell, worse than any nightmare you've ever dreamed. But when it's over, I know you'll be the one standing. You know what you have to do. Do it. "

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Doña Tommy

Es una madrugada en la que los tacos ya no están abiertos y el alcohol se ha terminado. Uno camina por la calle con sus amigos semiconscientes, en busca de un lugar que aún a esas horas pueda proporcionarles alimento. Y es entonces cuando escucho a alguien sugerir un lugar, que según nos dice, abre a la media noche y cierra hasta que sale el Sol.

Unas enchiladas, buenas, según nos dice, y además baratas; a peso la enchilada, a $2.50 los tamborcitos. Nos preguntamos en dónde se encuentra aquel lugar, que a aquella hora parecía ya nuestra única opción. "Con Doña Tommy", nos contesta mi amigo, "ahí, por mi casa".

Doña Tommy. El nombre nos suena casi místico, familiar, tal vez lo habíamos escuchado antes.

Sin perder más tiempo, caminamos a donde nuestro amigo nos prometía estaría la legendaria Doña Tommy, preparando enchiladas a diestra y siniestra, aplacando el hambre de los madrugadores y de los jóvenes ebrios que a veces tiene la necesidad de sacar de su establecimiento.


Al llegar nos dimos cuenta de que tendríamos que esperar un poco, ya que la cantidad de gente que había en el lugar sobrepasaba nuestras expectativas, lo que nos decía que Doña Tommy es bastante buscada. El establecimiento es bastante pequeño, apenas caben unas 3 mesas, pero la gente hambrienta espera pacientemente afuera y fue por esa cantidad inesperada de gente que nos dimos cuenta de que la espera no sería corta.



Habrá pasado una hora, quizás, cuando al fin tendríamos la oportunidad de entrar. "Pásenle, pásenle. A ver, ¿qué van a querer?", nos recibía de este manera la señora Tomasa. Cada quien decía su orden, la señora solo escuchaba atenta, sin apuntar en algún papel. En poco tiempo, las enchiladas estaban listas y nos las entrego recordando quién las había pedido y cuántas.

Ahora tocaba evaluar lo que de verdad importaba: las enchiladas. El hecho de que fueran baratas tal vez las haría saber mejor. Pero si hubiesen costado lo que fuese, creo que hubiera dado lo mismo. Grasosas y majestuosas son las enchiladas de Doña Tommy, que aunque a algunas personas no les caigan muy bien, yo jamás he tenido ese problema. Para mí, sus enchiladas rioverdenses son de las mejores que uno puede probar.

Un carácter bastante fuerte y un gran carisma caracterizan a Doña Tomasa, un personaje que casi cualquier rioverdense que se haya encontrado en la misma situación que mis amigos y yo debe de conocer ya. Recuerdo que dudábamos sobre si ir o no, nos preguntábamos si no habría algo extraño en que abriera tan tarde y esas cosas que uno se preguntaría.

Ahora ya saben, si algún día están en Rioverde, SLP, son más de las 12 y quieren probar las enchiladas rioverdenses, deben visitar a Doña Tommy.