martes, 12 de junio de 2012

Letanía de la Desesperanza de Fernando Pessoa

Junta las manos, ponlas entre las mías y escúchame, oh amor mío.
Quiero, hablando con una voz suave y arrulladora, como la de un confesor que aconseja, decirte cuán acá de lo que conseguimos queda el ansia de conseguir.
Quiero rezar contigo, mi voz con tu atención, la letanía de la desesperanza.
No hay obra de artista que no pudiese haber sido más perfecta. Leído verso por verso, el mayor de los poemas tendría pocos versos que no pudiesen ser mejores, pocos episodios que no pudiesen ser más intensos, y nunca en su conjunto tan perfecto que no pudiese serlo muchísimo más.
¡Ay del artista que se da cuenta de esto, que un día piensa en esto! Nunca más su trabajo es alegría, ni su sueño sosiego. Es un joven sin juventud y envejece descontento.
¿Y para qué expresarse? Lo poco que se dice mejor sería que se quedase por decir.
¡Si yo pudiese compenetrarme realmente de cuán bella es la renuncia, qué dolorosamente feliz sería para siempre!
Porque tú no amas lo que digo con los oídos con que yo me oigo decirlo. Yo mismo, si me oigo hablar alto, los oídos con que me oigo hablar alto no me escuchan del mismo modo que el oído íntimo con que me oigo pensar palabras. Si me equivoco, oyéndome, y tengo que preguntarme tantas veces a mí mismo lo que he querido decir, ¡cuánto no me entenderán los demás!
De qué complejas ininteligencias no está hecha la comprensión que los demás tienen de nosotros.
La delicia de verse comprendido no puede tenerla quien se quiere no comprendido, porque sólo a los complejos e incomprendidos les sucede esto; y los otros, los sencillos, aquellos a quienes los demás pueden comprender, ésos nunca sienten el deseo de ser comprendidos.

viernes, 1 de junio de 2012

Eternidad

Me muero cada vez que no estás y pienso que en la vida no tengo motivos para continuar fingiendo que no estoy odiándolo todo todo el tiempo como lo hago ahora que vuelvo a sentir hartazgo pues será que la vida vuelve a mí cada vez que percibo un trazo de conciencia y me doy cuenta de que la vida es sólo ese hartazgo cuando no estás y muero y preferiría no pensar más que en perderlo todo como lo pierdo con gusto cada noche que voy cayendo hacia la inconsciencia entre tragos de ti y del whisky que diluye mis esperanzas y las ahoga y termino de nuevo con la pluma entre los dedos y tu en mis pensamientos sonriendo y abrazandome tan fuerte y haciéndome sentir tan raro que cuando me doy cuenta ya mi alma vomitó muchos versos y se quemó casi todo y entonces ahora que en verdad lo que me queda es casi nada veo que tengo muchos motivos para no odiarte y para ignorar el tiempo siempre que no estás sin importarme que pueda o no morir pues al fin y al cabo volveré de los remolinos de mi pensamiento y me daré cuenta de que todo este conflicto lo tuve únicamente conmigo mismo y en realidad estuvimos por horas aquí solos los dos esperando que la noche pudiese durar una eternidad.