No quedan en la memoria de nadie
trazos de una verdad
solo bocas que siempre están
hablando del ruido, del silencio, de la voz,
rostros que siempre se muestran
ojos ciegos que permanecen abiertos.
Se lee de tiempos lejanos,
futuros inexistentes, de la página vacía,
se intenta comprender lo ínfimo,
el sufrimiento, la cicatriz,
pero solo hay exterior, y no alma,
para escuchar las plegarias.
Se pierden entonces
todas las palabras, disueltas en rostros,
que enmudecen y olvidan,
que intentaron alguna vez existir
en este abismo donde nadie escucha
y vuelven a ser dolor...