Está todo en silencio
y no hay nadie más.
Solo el corazón que late,
el cuerpo que aún respira,
perturban la calma.
Ahí dentro
de ese corazón que late,
queda un poco de vida.
A pesar de la calma
lo abruma el vacío,
un abismo inconmensurable,
una ausencia.
¿Y qué respira este cuerpo agonizante?
Solo dolor hay en el aire,
solo dolor queda en este lugar desolado.
¿Qué queda por hacer entonces?
Esperar,
puede que el corazón pronto se detenga,
puede que ya decida
no volver a respirar.
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¿Qué habrá después de la muerte? Tal vez ya no haya nada más, o si acaso una especie de paraíso donde pudiera ver de nuevo a quienes quiero. Qué pensamiento tan tonto. Siempre he deseado que en ese lugar que está después de la muerte todo sea paz, que los sentimientos de amor y felicidad sean permanentes, que sea un lugar donde uno pueda hasta respirar esos sentimientos. Creo haber experimentado eso aquí en la Tierra, en vida, alguna vez...
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