En este paisaje de rocas y sombras,
de fría y tenue luz,
visión de la que escapa
la calma como suspiros.
Visita mi pensamiento rincones
de la devastada memoria,
a sabiendas del conocido
desasosiego que le aguarda.
Conciencia del pasado,
del presente como celda,
tiempo disuelto entre reflejos
de reinventada tranquilidad.
Inevitable llegar a rostros,
ojos, palabras y tacto,
con trágicos nombres como ecos
entre las olas del ensueño.
En particular, la rebelión,
reaparece y se vuelve estruendo,
se manifiesta como profeta,
creadora de sueños.
Y en un instante, el vacío,
el lamento que resuena
en el ocaso, en el otoño,
la pérdida.