“El poema es el único supuesto de que yo existo, la única garantía de mi ser: el único rezo por que el no ser no sea como el ser.” L.M.P.
miércoles, 25 de abril de 2012
Final del camino
Llegamos al final del camino y está el mismo abismo de siempre. Nos quedamos parados viendo el vacío, sin decidir volver o continuar para caer o cualquier otra cosa. Nos hallamos en lo que a simple vista parece un final, o lo que podría serlo. No retrocedería. Daría el primer paso hacia la nada, hacia la incertidumbre. Eso haría, sin pensarlo mucho, pero en eso fallan los sentidos a veces, la razón convierte este camino que vimos tan recto en uno de sus laberintos, tan típicos de mis noches, de mis cavilaciones, del sentirme un ser inmerso en esta existencia. Y no termina el laberinto de convertirse en algo aún más complicado que no deja ver una salida por ninguna parte. Entonces dejo de sentirte junto a mí en el acantilado. El viento enloquece y me golpea y podríamos caer ahora yo y mi soledad hasta profundidades de las que no es posible volver. Pienso, entonces, que quizás daría lo mismo, como todo, al final. Se van las visiones de todo, de ti, del acantilado, del laberinto y las sensaciones de mi persona. Así, no hace falta estar junto a ti, llegar al final del laberinto o dejarse caer. No hay más que inconsciencia, que Nada. Y vuelven de nuevo a mostrarme los ojos de mi razón que en este vacío no estás tú, y eso me devuelve la desdicha de desear existir, la miseria inherente al deseo. Entonces no deseo ni la incapacidad de desear. Vuelve el laberinto. No vuelves tu, y probablemente, tal vez, quizás no volverás. Así con tres formas distintas de decir lo mismo, de formar con distintos colores una misma flor y que a pesar de ello su perfume se conserve. Y no comprendes y no estás y de todas maneras todo podría dar lo mismo. En el laberinto donde no hay nada y se podría caer o no, donde se podría estar cayendo ahora mismo y sería como si estuvieses junto a mí, como si no hubiésemos sido estúpidos al decidir andar siquiera por este camino, acabando aquí, sin poder decidir de nuevo, en silencio, ese abismo, si continuar para caer de una vez, o regresar, si siquiera fuese posible. O cualquier otra cosa.
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