¿Qué hago con mi alma, con mi espíritu?
¿Qué hago con mi corazón y cada uno de sus latidos
que es una pregunta, un laberinto invisible,
una afrenta a mi realidad?
¿Qué le digo a mi silencio,
qué le podría preguntar
al abandono, a los pasos
que me guían en la oscuridad?
Cada mañana una pregunta,
a veces la misma,
una y otra vez, en la voz
de la pena, de la orfandad.
¿Qué hacer en el vacío
donde resuenan todas las preguntas,
mas que tratar de iluminar
con palabras la eternidad?
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