Tendremos camas de olores suaves,
y divanes tan profundos como tumbas,
y en los estantes flores extrañas abriéndose
para nosotros bajo cielos más puros.
Con su calor postrero y usándolo a porfía,
nuestros corazones serán dos grandes antorchas,
sus luces dobles se reflejarán
en nuestras dos almas, espejos gemelos.
Y en un atardecer de color rosa y azul místico
intercambiaremos un relámpago, uno tan sólo,
henchido de adioses, como un largo sollozo;
y luego, un Ángel, al entreabrir las puertas,
fiel y jubiloso acudirá a reavivar
los espejos turbios y las llamas muertas.
Traducción de Jacinto Luis Guereña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario