Porque los cielos grises siempre me recuerdan muchas cosas, y seguramente entre ellas hay más de un viaje o quizá incluso el swing de unos versos que cantaban por sí mismos al momento en que mi vista los percibía y en mi mente soltaban su esencia, completamente ilegible, completamente invisible. En los cielos grises puedo perder mi mirada y encontrar paz, encontrar la paz de inviernos pasados, de tiempos que ya se han quedado atrás, de momentos de silencio en los que no añoraba ningún nombre y ninguna voz. Pero, ¡qué va! Si desde hace tiempo que es de noche.
Y quisiera pensar que no hay Luna, pues así no tendrías a donde escapar, y si ahí estuviese, flotando, gobernando el cielo nocturno, yo no estaría aquí. Estaríamos destinados a encontrarnos de nuevo, como creo que lo estamos, y únicamente veríamos, como lo habían revelado los misterios de nuestra propia fantasía, que en ese lugar tan desolado y tan alejado de todo, los mismos sueños siguen volviendo, como los miedos de la infancia o como el recuerdo de los viajes o como el swing de los versos, da igual... Ya todo daría igual. Pero sabemos que ha sido noche sin Luna, no como aquella vez que nos acompañaba, y ahora extrañamos los cielos grises y todo lo que en ellos podíamos encontrar.
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