2:24 am y nada, no veo nada mas que la oscuridad. Me levanto y tengo la certeza de que será una noche larga, más larga que cualquier otra. Pareciera que todas las cosas en los últimos dìas, inclusive en las últimas semanas, se han alineado para dirigirme aceleradamente a este punto.
Me levanto y al sentir mis pies en el suelo y ver por mi ventana siento que en verdad se me ha dejado caer; la suerte me tenía entre sus manos y llevándome cada vez más alto, sabía que llegaría el momento de caer. Y caí. Por muchos días supe que estaba cayendo... Hoy creo haber llegado al fondo del precipicio, después de la sacudida completa de mi ser al impactarme con lo más profundo.
No veo a nadie en la calle. 2:30 am de un lunes. No hay nadie. Por supuesto que no veré a nadie. Un semáforo se encuentra en verde, sin que haya nadie queriendo pasar. Dura unos segundos el color ámbar, y se enciende el rojo. Me pierdo en su color, en su significado. Ojalá un semáforo rojo fuése suficiente para detener mi ruina, para darle un alto a las precipitadas decisiones que el destino toma.
Y sigo contemplando el rojo. 2:35 am y sigue rojo. No ha cambiado el semáforo. No hay ningún coche esperando a que cambie, a que se encienda el verde. Estoy yo, desde mi ventana, observándolo. Y sigue rojo.
El sueño me ha abandonado, aunque eso lo sé desde hace mucho tiempo. A veces viene, y procura ser cruel. Tengo visiones con mi muerte, veo cómo los fantasmas entran por la ventana después de que un viento descomunal rompa sus cristales, y escucho cómo se lamenta ese viento, cómo gime, cómo grita, cómo aulla. 2:40 am. Y sigue rojo.
Los pasos que doy yendo de vuelta a mi cama no producen sonido alguno, inclusive ignoro si aún sigo sintiendo el contacto del suelo con mis pies. 2:46 am y por mi ventana entra la luz roja del semáforo. A veces creo que comienzo a desaparecer, a abandonar prematuramente el mundo. Aún puedo ver mi reflejo en el espejo, pero van desapareciendo otras sensaciones, como en estos momentos, y siento que repentinamente me disolveré en la noche y me volveré negrura.
2:50 am y sé que he llegado al fondo. El semáforo se ha quedado en rojo, al fin lo he comprendido. No siento sueño ni cansancio y veo en el espejo mi alma maltratada. Al acostarme, miré al techo, o a donde yo suponía que estaba, pero eran las 2:58 am y nada veía. Quién sabe si me encontraba donde yo creía. Qué más da. Ya son las 3:00 am. El tiempo ya no fluye al mismo paso que los ríos de tinieblas que a mi mundo inundan de pesadillas. Entre un instante y otro todo desaparece, incluso la oscuridad.
Y todo puedo hallarlo en los pétalos de esta flor o en el fondo de tus ojos. Qué más da. Ya no sé qué hora es.
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