lunes, 31 de diciembre de 2012

Promesas del reloj

Las promesas del reloj
las ilusiones que provoca
el que el calendario
marque cierto día
son tan frágiles
y tan
insignificantes.

Podría deshacerme de todo el tiempo,
de los días y de las horas,
vivir siempre
y nunca.
Aún así,
creo que a pesar de todo,
no te podré encontrar.

Estás en alguna parte,
donde el tiempo no te alcanza.

__________________________________

Este es un poema algo viejo, escrito a finales del 2011, pero que decido publicar aquí hasta ahora. Creo que vale la pena compartirlo, a pesar de que, por su antigüedad, no es muy vigente lo que en él quería decir.

martes, 25 de diciembre de 2012

De la espera

Los ruidos del pasado,
el sentimiento de no tener nada,
de ausencia,
el pensamiento estancado
en imágenes lejanas
en el espacio
y el tiempo.

Un frío que agrieta el alma,
que congela la paciencia
y vuelve insoportable
cada parpadeo,
cada respiración,
cada segundo
en que se es.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Una mañana

Solo es una mañana. Y eso es justo lo que me consuela, que sea solamente eso y nada más. Es un momento específico compuesto de cosas que hacen que esta mañana sea mañana y no sea algún momento de angustia o de aburrimiento. Es un despertar, el sol se asoma una vez más, mis ojos ven de nuevo y vuelvo yo a formar parte de este mundo. Nada pareciera verdadero, pero se me terminaría el tiempo intentando comprender por qué es esto lo que tenía que ser y no hay más que esto, lo que tuvo que ser. Tener el descaro de ser. Lo que hay más allá de los párpados es de dudosa autenticidad. De esta mañana no intento hacer nada más que lo que es. Que mis ojos atrapen imágenes y la mente no intente hacer nada con ellas.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Arriba

Mirar hacia arriba para dejar
que se vaya todo lo que me rodea
y me quede solo con el cielo,
con su color de almas tristes,
su color de espejo.

Perderlo todo en un momento
en que no se puede comprender,
solamente dejar que continúe
sucediendo el desorden de existir.


jueves, 18 de octubre de 2012

Sobre nada

Tolerar un silencio, el rechazo de todo lo visible, el odio aparente e inútil, que solo habita la imaginación. Reír de la nada, por nada, para todo. ¿Es acaso necesario que todo se vacíe en pensamientos? De la nada suelo sustraer más que lo que encuentro en las cosas que creo ciertas, o en las que me gustaría creer. Quizás se haya perdido en algún momento en mi esa capacidad. ¿Siento acaso que no puedo creer ya en nada? Más bien, es que no logro siquiera comprender las cosas en las que se supone que tendría que creer. Pero estoy seguro de que hay poco de lo que creemos que en realidad comprendemos, y mucho de ello es conveniente ni siquiera entenderlo para sentir que eso que se cree nos hace un bien, nos hace tal vez ser felices. Eso. No comprender algunas cosas, no intentar comprenderlas, suele llevar consigo un mayor bienestar. Yo siempre llego a la conclusión de que no entiendo nada. Son momentos de una lucidez estremecedora, en los que se me olvida que tengo que sostenerme en los conceptos metafísicos inherentes a la existencia humana en los que normalmente no pensamos, y los cuestiono. Y me doy cuenta de que la soledad absoluta sería quizás un alivio. No entiendo nada, y sin embargo, no creo que eso me haga feliz.

sábado, 6 de octubre de 2012

Desintegración

No importa porque no es verdad, pero siendo, aun así, no importó, que sea la verdad, qué es entonces la verdad, qué es que algo sea o que nos haga sentir la conciencia de sentirlo, de poder verlo, pero no de pensarlo, eso implicaría que nos importara, que tuviésemos en nuestra mente por algo más que un ínfimo instante su efímera presencia, que nos destruyera. Un poco. Aunque sea un dolor imperceptible, todo lo que pensamos. Todo lo que nos hace conscientes del mundo, lo que sentimos y no juzgamos, lo que es, y todo lo que no puede ser es lo único real. Lo que finalmente creemos, eso jamás llegará a significar más que eso, fe, ceguera, credulidad cargada de estupidez. Toda ilusión es a final de cuentas algo que no existe en lo que nosotros creemos fervientemente, violentamente. La violencia de un sentimiento, aferrarse como un animal, la ilusión de tener algo a lo que aferrarse. Completa vacuidad, llena de los absurdos a los que conduce el pensamiento. Para qué pensar. Si se puede concluir todo tormento al saber que todo es falso, que todo es una concepción nuestra, equivocada. Si todo es entonces una concepción, nada es cierto, nada existe, todo lo creamos, todos los dioses se equivocaron en todo, lo único que se salva es la nada porque no es algo que pudiera hacerse mal. Todos los sentimientos al final encuentran el mismo callejón sin salida, todos al final desaparecen y recordamos cómo era todo antes de sentirlos, añoramos los momentos de nuestra infancia cuando no pensábamos, cuando no era cruel con nosotros nuestra propia mente. Los deseos no dejan ver, el deseo tortura, fuente del dolor. No hay razones para abandonar el sufrimiento, si siquiera se piensa en buscar razones para dejarlo. Desear poder desintegrar el deseo que consume el tiempo en el que no hay más que razones para no vivir. Terminar con todo. Sentir únicamente cuando el viento y la melancolía están mezcladas. En los momentos en que no se puede ser llega a contemplarse el paisaje de una pesadilla, las imágenes de todos los sueños, y en los sueños sólo terror. Catástrofe, tragedia, hecatombe, desgracia, desastre. Insignificancia, se podría decir, aunque en su sentido literal, letra por letra, con los pedazos de su concepto, es decir, sin significado, pudiendo no ser necesariamente algo pequeño, pudiendo ser insignificante una existencia entera, en el sentido al que me refiero. Comprender la paciencia durante el paroxismo de la desesperación, una desesperación atemporal. No una tristeza momentánea, sino esencial, unida a la sustancia del ser. Dejar de pertenecer a cualquier cosa, a la condición de humano, rechazarla. Adiós. Completo abandono, sólo la compañía de uno mismo, sólo deseando abandonarse también. Ruido de las pesadillas, alucinaciones auditivas que acompañan visiones fantasmagóricas. Imposibilidad de dejar a un lado del deseo, y con ello el sufrimiento, el miedo, la desesperación. Los resultados de la búsqueda solo dejarán mayor incertidumbre, desolación; mejor no buscarle un sentido a las cosas, dejar que sean, sólo ver, no buscar verdades, no encontrar mayor cantidad de dudas, acertijos irracionales, preguntas que sólo atormentan.

martes, 2 de octubre de 2012

Surgir

Hallaré en las minucias del mundo que va quedándose atrás
en mi andar por tardes de vacilación
las semillas de los pensamientos que harán brotar la obsesión
por una cuestión sin significado
como tantas que han formado los contornos de mi existencia.


domingo, 23 de septiembre de 2012

Camino

En algunos momentos creo sentir
el roce de tantas incertidumbres
y pierdo en el fondo de mi cavilación
el camino hacia los sueños
que sigo aún sin saber
sino es todo solamente un absurdo,
un precipitado deseo
que floreció al encontrar una esperanza
de componer todo lo que en mi vida
siempre había visto roto.

Pero me devuelve a los cielos
encontrar en tu mirada
la respuesta que clamaba
mi ser tan frágil y decaído
que logra sostenerse en tus palabras,
en lo que sentimos el uno por el otro.
Encuentro otra vez el camino
que sigo y que sólo tiene sentido
cuando voy por el contigo.

viernes, 31 de agosto de 2012

Ruidos

Soñar tan fácilmente con un momento eterno
con una vida llena del viento
que a veces nos lleva hasta el precipicio
hasta la orilla donde vemos tan cerca la desgracia
pero que nos agita el alma
como no pudieron antes las olas
de las aguas de los mares
por los que flotamos
tanto tiempo a la deriva.

No cuesta nada pensar en una vida
en la que no se termine
ese primer segundo
en el que sentíamos
que habíamos estado atrapados
en el infinito vacío
que precedió a las palabras.

Pero al final todo son desvaríos
soñar despierto con los ruidos
que llegaron a romper todo
lo que el silencio había creado
y en lo que siempre se había creído.

sábado, 11 de agosto de 2012

Gruñidos

Lluvia en el momento menos indicado y sol cuando todo ya parece imposible de ser rescatado de las suaves manos de la desgracia. Silencios que dicen todo lo que los pensamientos gritan como dementes. Te susurra al oído mi yo más vulnerable y débil cada una de las palabras que llueven sobre mi. Nadie ve que las flores no quieren vivir más y que me romperé como una frágil figura de cristal en un temblor cuando llegue de nuevo el momento de exhalar y de que al abrirse los ojos el cielo esté de espaldas, arrinconado, encogido y sollozando. Todo se empapa cuando brotan lágrimas del fondo del abismo en el que hundo mi pensamiento. En ellas no se puede hallar nada más que el reflejo del verdadero rostro del dolor.

Entonces todo se reduce a una nimiedad. Hay cosas que es mejor dejar de intentar comprender. La voz es apenas un ruido que no dice nada y es hora de regresar a los rincones del vacío.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Soñar el tiempo


Pasaban personas como si el tiempo se les escapara, o como si fuese  a él a quien el tiempo ya se le terminaba. Las intentaba distinguir, pero todo lo inundaba la confusión y la sensación de que él también necesitaba moverse, dirigirse a alguna parte, quizás encontrar algo. ¿Pero qué? Sus pasos eran como saltos entre paisajes, entre fotografías, que le transmitían con mayor intensidad la certeza de que se había perdido. Se preguntaba entonces si el andar en aquel mundo iba a tener que ser así, intentando encaminarse a algún sitio al que vagamente creía tener la necesidad de acudir, perdiéndose más y más con cada segundo que pasaba. Así era. Ahí todo era tiempo, y nada era nada más.

En sus pensamientos buscó el sentido de aquello, y en su búsqueda percibió un muy leve sonido que le recordó a las olas en la playa. No estaba cerca el mar, no, ese sonido no eran las olas, pero tenían notas semejantes. Logró, entonces, después de concentrarse en el sonido que hacían los misterios de aquel lugar, hallar un camino que podría seguir entre tantas sombras de tiempo que se diluía. Eran imágenes de vidas suyas que terminaban en cada instante, que en realidad no vivió y quizás jamás viviría, pero que eran su única opción para llegar a alguna parte. Cada segundo, el extraño sonido iba invadiendo más su mente, o lo que en ese lugar tenía por mente. Al avanzar por esa senda de olvidos no tenía la menor idea de a dónde podría llegar, pero sólo imaginar quedarse quieto, contemplando las sombras, lo llenaba de terror.

No sentía que en realidad fuese a llegar a algún sitio, no parecían terminar de surgir incertidumbres en su cabeza. Todo aquel mundo era eso, incertidumbres. Y al pensar esto, el ruido y el ritmo con el que sonaba le parecieron insoportables, al punto de que intentó gritar, pero no lograba escuchar si de su boca salía algún sonido. Hubo una especie de temblor, las imágenes por las que anduvo se rompieron, y lo próximo que vio fue sólo negrura, en la que después pudo distinguir el techo de su habitación, todo esto mientras se hacía todavía más insoportable el ruido que lo atormentaba.

Sabía ahora que estaba acostado en su cama, no lograba mover una sola parte de su cuerpo. Le parecía ver fantasmas. Estaba aterrado por lo que sus ojos percibían y por lo que escuchaba, ese extraño sonido que no dejaba de repetirse y que no parecía que fuese a terminar de llenar su mente con su cruel presencia. Pasó una de aquellas vidas que nunca tuvo frente a sus ojos, de aquellas que terminaron hechas trizas en el mundo que hace quién sabe cuánto tiempo abandonó. La vivió completa en esos segundos, tras los cuales volvía a estar inmóvil en su cama. No sabía si eso que sentía era la muerte.

Todo era de nuevo el mismo ruido y la oscuridad en su habitación. La desesperanza era absoluta, y con ella había una especie de ira creciente que se negaba a aceptar aquello que lo estaba invadiendo. Esa ira pareció hacer una chispa y de esta nació un fuego que en su interior despertó todas las fuerzas de su cuerpo.

No supo si gritó, si aún se convulsionaba o qué sucedió exactamente al despertar. Se sintió distinto, como si fuese un mundo nuevo este en el que había despertado. Ya no había fantasmas en las paredes, ya no había sino calma, quizás podría volver a dormir pero ahora en paz; ya no estaba aquel ruido que le rompía el alma al sonar, pero en cambio, se escuchaba suavemente y con inocencia el ruido de las manecillas de su reloj, que estaba a centímetros de su cara sobre la mesita de noche.

domingo, 8 de julio de 2012

4:44

No se siente el dolor que implican la conciencia y la existencia cuando esos recuerdos de días en que la vida parece valer la pena llenan todo el pensamiento y se olvidan todas las estupideces al ser reemplazadas por otras que no parecen tan estúpidas o tan irreales cuando se sabe que no sólo son pensamientos que nacieron de la nada sino recuerdos que en algún lugar del camino infinito del tiempo surgieron y se quedaron en la memoria para rescatarnos de los momentos en que todo podría ser dolor de existencia o sufrimiento por el hecho de estar consciente y ser desgraciado por haber nacido y así pensamos que la vida sin esos momentos no tendría mayor sentido que el que le podemos encontrar ahora que tenemos que pensar y pensar y olvidarnos de hacerlo y mejor dedicarnos a releer páginas de nuestra vida en las que creímos ver algo más que letras.

miércoles, 4 de julio de 2012

Las razones

Los dolores son los mismos
Es uno el que se entrega a ellos
Es uno el mismo
incluso antes de sentirse otro,
antes de sentir que la vida
es otra también.

Sigue siendo la misma lluvia,
los mismos árboles, la misma noche
en la que nunca se logra dormir,
los mismos absurdos.

Son las mismas razones
que desconoces por completo
las que te persiguen todavía
y que así continuarán,
perteneciéndote,
como es tuya ésta tristeza.

martes, 12 de junio de 2012

Letanía de la Desesperanza de Fernando Pessoa

Junta las manos, ponlas entre las mías y escúchame, oh amor mío.
Quiero, hablando con una voz suave y arrulladora, como la de un confesor que aconseja, decirte cuán acá de lo que conseguimos queda el ansia de conseguir.
Quiero rezar contigo, mi voz con tu atención, la letanía de la desesperanza.
No hay obra de artista que no pudiese haber sido más perfecta. Leído verso por verso, el mayor de los poemas tendría pocos versos que no pudiesen ser mejores, pocos episodios que no pudiesen ser más intensos, y nunca en su conjunto tan perfecto que no pudiese serlo muchísimo más.
¡Ay del artista que se da cuenta de esto, que un día piensa en esto! Nunca más su trabajo es alegría, ni su sueño sosiego. Es un joven sin juventud y envejece descontento.
¿Y para qué expresarse? Lo poco que se dice mejor sería que se quedase por decir.
¡Si yo pudiese compenetrarme realmente de cuán bella es la renuncia, qué dolorosamente feliz sería para siempre!
Porque tú no amas lo que digo con los oídos con que yo me oigo decirlo. Yo mismo, si me oigo hablar alto, los oídos con que me oigo hablar alto no me escuchan del mismo modo que el oído íntimo con que me oigo pensar palabras. Si me equivoco, oyéndome, y tengo que preguntarme tantas veces a mí mismo lo que he querido decir, ¡cuánto no me entenderán los demás!
De qué complejas ininteligencias no está hecha la comprensión que los demás tienen de nosotros.
La delicia de verse comprendido no puede tenerla quien se quiere no comprendido, porque sólo a los complejos e incomprendidos les sucede esto; y los otros, los sencillos, aquellos a quienes los demás pueden comprender, ésos nunca sienten el deseo de ser comprendidos.

viernes, 1 de junio de 2012

Eternidad

Me muero cada vez que no estás y pienso que en la vida no tengo motivos para continuar fingiendo que no estoy odiándolo todo todo el tiempo como lo hago ahora que vuelvo a sentir hartazgo pues será que la vida vuelve a mí cada vez que percibo un trazo de conciencia y me doy cuenta de que la vida es sólo ese hartazgo cuando no estás y muero y preferiría no pensar más que en perderlo todo como lo pierdo con gusto cada noche que voy cayendo hacia la inconsciencia entre tragos de ti y del whisky que diluye mis esperanzas y las ahoga y termino de nuevo con la pluma entre los dedos y tu en mis pensamientos sonriendo y abrazandome tan fuerte y haciéndome sentir tan raro que cuando me doy cuenta ya mi alma vomitó muchos versos y se quemó casi todo y entonces ahora que en verdad lo que me queda es casi nada veo que tengo muchos motivos para no odiarte y para ignorar el tiempo siempre que no estás sin importarme que pueda o no morir pues al fin y al cabo volveré de los remolinos de mi pensamiento y me daré cuenta de que todo este conflicto lo tuve únicamente conmigo mismo y en realidad estuvimos por horas aquí solos los dos esperando que la noche pudiese durar una eternidad.

martes, 1 de mayo de 2012

Fragmentos

Recuerdo, revivo esos fragmentos del sueño de anoche,
durante todo el día trato de mantenerlos vivos en mi mente

Apenas quedaron unos instantes en mi memoria
Y sin embargo, hay mucho de eternidad en ellos

De lo más profundo es lo que logro recordar
pues en el exterior, lo que veríamos, sería muy poco

Querer algo así, tan soñado en canciones
Tan cercano a lo perfecto y, por lo tanto, a lo imposible.

Abrumado por el vago recuerdo de una vida de la que acabo de despertar…

miércoles, 25 de abril de 2012

Final del camino

Llegamos al final del camino y está el mismo abismo de siempre. Nos quedamos parados viendo el vacío, sin decidir volver o continuar para caer o cualquier otra cosa. Nos hallamos en lo que a simple vista parece un final, o lo que podría serlo. No retrocedería. Daría el primer paso hacia la nada, hacia la incertidumbre. Eso haría, sin pensarlo mucho, pero en eso fallan los sentidos a veces, la razón convierte este camino que vimos tan recto en uno de sus laberintos, tan típicos de mis noches, de mis cavilaciones, del sentirme un ser inmerso en esta existencia. Y no termina el laberinto de convertirse en algo aún más complicado que no deja ver una salida por ninguna parte. Entonces dejo de sentirte junto a mí en el acantilado. El viento enloquece y me golpea y podríamos caer ahora yo y mi soledad hasta profundidades de las que no es posible volver. Pienso, entonces, que quizás daría lo mismo, como todo, al final. Se van las visiones de todo, de ti, del acantilado, del laberinto y las sensaciones de mi persona. Así, no hace falta estar junto a ti, llegar al final del laberinto o dejarse caer. No hay más que inconsciencia, que Nada. Y vuelven de nuevo a mostrarme los ojos de mi razón que en este vacío no estás tú, y eso me devuelve la desdicha de desear existir, la miseria inherente al deseo. Entonces no deseo ni la incapacidad de desear. Vuelve el laberinto. No vuelves tu, y probablemente, tal vez, quizás no volverás. Así con tres formas distintas de decir lo mismo, de formar con distintos colores una misma flor y que a pesar de ello su perfume se conserve. Y no comprendes y no estás y de todas maneras todo podría dar lo mismo. En el laberinto donde no hay nada y se podría caer o no, donde se podría estar cayendo ahora mismo y sería como si estuvieses junto a mí, como si no hubiésemos sido estúpidos al decidir andar siquiera por este camino, acabando aquí, sin poder decidir de nuevo, en silencio, ese abismo, si continuar para caer de una vez, o regresar, si siquiera fuese posible. O cualquier otra cosa.

sábado, 21 de abril de 2012

Oniros

He experimentado otras vidas en los sueños. Uno no puede pensar que eso que ve o que siente o que escucha es parte de esta realidad. Quizá de otra, más cierta desde alguna perspectiva. En mi cabeza hay una Caja de Pandora que durante mi insonmio se va llenando de las partes más crípticas de todos los símbolos que veo en todos lados. Cuando llega el sueño, la caja se vuelca y todo lo acumulado fluye y como una bola de nieve se va volviendo más grande hasta abarcar espacios que sólo son posibles en realidades distintas a esta ilusión en la que vivímos. Veo el reloj antes de dormir y en mis sueños ese reloj se ha detenido, y veo que el tiempo en su totalidad se ha congelado, y tengo que hallar la forma de corregirlo. Veo los árboles por la ventana, y al dormir se vuelven gigantes de los que huyo y el viento los revuelve y es el caos el que me persigue y del que finalmente no puedo escapar, siendo caos yo también. Vi el atardecer, y en la madrugada me atraparon las llamas del incendio de una ciudad que se derrumbaba hecha cenizas. Te vi unos instantes y una vida contigo florecía entre paisajes imposibles al estar yo en las aguas impredecibles del sueño. Son noches en que voy a vivir a otra parte, en las que las imágenes que veo me cambian por completo la concepción que tengo de las cosas. Nacer de nuevo al amanecer, desorientado y desconociendo por eternos instantes la cara de lo que debería ser familiar. Sueños, donde uno siente la más pura felicidad, ve la belleza más perfecta, siente la muerte más próxima y puede experimentar el miedo más terrible. Y uno no sabe qué hacer una vez que vuelve, como si las olas nos hubiesen arrastrado hasta esta orilla en la que tenemos que decidir si volver al mundo o no, desde algúna parte del mar después de haber flotado en él durante muchos años.

lunes, 9 de abril de 2012

Desvarío

Es otra noche sin sueños, sin descanso, en la que puedo recordar a pesar de mi letargo muchas otras noches parecidas. No es un problema reciente este insomnio, y me he acostumbrado a que incluso en las noches más inoportunas se presente sin clemencia. Me pregunto si tendré que proceder como lo he hecho antes, salir a buscar la tranquilidad de mi mente por las calles, a ver si termino por lo menos con cansancio si no pude encontrar resolución a estas cuestiones que perturban mi paz. Recuerdo que hace pocas semanas así anduve una madrugada, y encontrándome yo tan lejos de mi casa sentí una especie de desesperanza al ver los colores del amanecer en el cielo.

Ahora no pienso en salir a perderme entre los callejones de la noche, o en sus laberínticas horas repletas de pensamientos que podría rumiar hasta ver como vuelve el sol a mostrar su rostro. Ahora pienso en el probable motivo de mi insomnio, porque lo conozco, lo sé, casi estoy seguro de que sé cuál es. Y se me hace obvio, pues he pensado en ella por horas.

Una coincidencia de aquellas... Una misma canción que se roba mi sueño...

martes, 3 de abril de 2012

Fin

Haber tenido la oportunidad enfrente
y ver que se desvanece tan pronto
como apareció.
Y sin embargo, en esos cortos instantes
haberlo dado todo por alcanzar
sus agonizantes destellos
por unos pocos segundos,
que por conocer lo que no se tenía
se sintieron eternos.

Darle nuevos significados al alba,
historias trágicas a los astros por las noches,
nombre a los silencios,
y lo único que se espera a cambio
es paciencia.

Al final, a pesar de lo breve que fue todo,
se siente como si no quedase nada.
No restan más lunas o más soles
o más sueños
que los que quedaron escritos.

En la memoria se estancan momentos
inundados de desasosiego,
cenizas, gris del cielo,
música llena de infinito,
versos de tristeza.

martes, 13 de marzo de 2012

De ninguna parte

No sé por qué, pero son las cosas así
como un naufragio, tan lejos del mar.

Preferir una noche de silencio,
de quietud, de cielo cubierto por rojas nubes
que ocultan el rostro de la Luna,
el que creímos ver pensativo y melancólico
tras nuestros ojos
que compartíamos entre letras
de palabras que se volvían insomnio
llegando a lo más profundo del pensamiento
y de la madrugada.

No sé por qué se van los sueños,
Por qué en las calles logro estar lejos
De mí, de la propia soledad

Conciencia, existencia, vida
Hastío, caminos nocturnos
Que no tienen final
Como poemas dictados
Por las horas y la mente,
Un mar, un cielo
sensación de vacío,
De absoluto, de pesadumbre

Realidad o parasomnia,
Sueños de muerte, de amor,
Demasiadas metáforas en el papel
Amargura que abandona el alma
Por los dedos, en las letras.

Puede uno volver a intentar alcanzar el sueño,
O ir más allá.
Uno siente que la vida se puede esfumar
En cualquier instante
Y daría lo mismo
Y no sé por qué.

viernes, 2 de marzo de 2012

Viento

Los momentos solo, el viento que pasa lleno de Pessoa, después de leer sus versos sobre la naturaleza y lo que el pensamiento nos roba cuando nuestros ojos quieren ver las cosas así, sin pensamiento. Y está Pessoa también en el sol, en los arboles, en la sensación de estar tan solo, tan cerca de mí y tan lejos de todo lo demás, en la revelación de que lo único que hay comprender en esta vida es que no hay nada que comprender.

viernes, 17 de febrero de 2012

Callar

Podría hacer que esto dure todo el día, semanas, meses, lo que sea, lo que sea que pueda durar mi vida. El vacío lo podemos llenar con nuestro silencio, que tanto dice, que tantas cosas que no existen en el mundo de las palabras crean los minutos. Así, en silencio. Qué tanto me dirán tus ojos que me parecen tan lejanos, que parecen inexistentes en las madrugadas cuando no me encuentro ni a mí mismo, tan lejos que deambulo y no alcanzó a llegar a ninguna parte hasta que me alcanza el amanecer. Hagamos del silencio una eternidad entonces, pues es el camino por el que puedo ver que no hay nada qué temer al final, una forma menos cruel de aceptar la fatalidad. Pero que no sea mi silencio una plegaria, un grito sin respuesta, pues si no está el eco de mis secretos entre nuestras dos almas, se pierde en el infinito toda la lluvia y toda la noche y todas las luces que en las calles son las que me abandonan y yo también abandono con cada paso hacia la nada, mi único hogar durante las horas de insomnio.

Entonces, hallemos en la invisibilidad todos los colores, en las horas de vigilia nocturna todos los sueños, y en el silencio, que es la tinta con la que escribimos, todas las palabras y los sueños que duermen entre abismos, entre muros que murmuran.

domingo, 15 de enero de 2012

202

"Reconozco hoy que he fracasado; sólo me pasmo, a veces, de no haber previsto que fracasaría. ¿Qué había en mí que pronosticase un triunfo? Yo no tenía la fuerza ciega de los vencedores o la visión certera de los locos...

Era lúcido, triste como un día frío.

Tengo elementos espirituales de bohemio, de esos que dejan a la vida irse como algo que se escapa de las manos y en tal momento en que el gesto de obtenerla duerme en la mera idea de hacerlo. Pero no he tenido la compensación exterior del espíritu bohemio: el desnudo fácil de las emociones inmediatas y abandonadas. Nunca he sido más que un bohemio aislado, lo que es absurdo; o un bohemio místico, lo que es algo imposible.

Ciertas horas-intervalos que he vivido, horas ante la Naturaleza, esculpidas en la ternura del aislamiento, me quedarán para siempre como medallas. En esos momentos he olvidado todos mis propósitos de vida, todas mis direcciones deseadas. He disfrutado de no ser nada con una plenitud de bonanza espiritual, cayendo en el regazo azul de mis aspiraciones. No he disfrutado nunca, quizás, de una hora indeleble, exenta de un fondo espiritual de fracaso y de desánimo. En todas mis horas liberadas de un dolor dormía, florecía vagamente, por detrás de los muros de mi conciencia, en otros huertos, pero el aroma y el propio color de aquellas flores tristes atravesaban intuitivamente los muros, y su lado de allá, donde florecían las rosas, nunca dejó de ser, en el misterio confuso de mi ser, un lado de acá, esfumado en mi somnolencia de vivir.

Fue en un mar interior donde terminó el río de mi vida. Alrededor de mi solar soñado, todos los árboles estaban en otoño.

Este paisaje circular es la corona de espinas de mi alma. Los momentos más felices de mi vida han sido sueños, y sueños de tristeza, yo yo me veía en sus lagos como un Narciso ciego que ha disfrutado de la frescura cerca del agua, sintiéndose inclinado sobre ella, mediante una visión anterior y nocturna, secretada a las emociones abstractas, vivida en los rincones de la imaginación con un cuidado maternal en preferirse.

Sé que he fracasado. Disfruto de la voluptuosidad indeterminada del fracaso como quien concede un aprecio exhausto a una fiebre que le enclaustra."


(Libro del desasosiego, Fernando Pessoa, traducción y edición de Ángel Crespo)

jueves, 12 de enero de 2012

Desconsuelo

Es como quedarse media hora bajo el sol
sin saber si sería siquiera posible
que no tuviera verdaderos motivos
para estar esperando pues tal vez
en realidad no debería estar aquí en primer lugar
y haya vuelto a creer
en las promesas frágiles del calendario
y del reloj
que bajo el sol se ven tan burlonas y falsas,
que dicen sus once palabras como un presagio de derrota
o como la interminable historia del destino de las líneas paralelas
a la que me ha condenado un insomnio-búsqueda
donde no existe otra opción que mi propio abandono,
teorías sobre la locura y versos hirientes.